–¿Qué hemos incluido en el departamento de Oximórica, que no encuentro la ficha?
Diotallevi extrajo un papelito del bolsillo y me miró con sentenciosa simpatía:
―En la Oximórica, como su mismo nombre indica, lo importante es el carácter autocontradictorio de la disciplina. Por eso, estimo que la Urbanística Gitana tendría que incluirse en ella…
―No ―dijo Belbo―, sólo si se llamara Urbanística Nómada. Los Adynata se refieren a una imposibilidad empírica, mientras que la Oximórica abarca la contradicción en los términos.
―Ya veremos. Pero ¿qué hemos incluido en la Oximórica? Pues las Instituciones de la Revolución, la Dinámica Parmenídea, la Estática Heraclítea, la Sibarítica Espartana, los Fundamentos de Oligarquía Popular, la Historia de las Tradiciones Innovadoras, la Dialéctica Tautológica, la Erística Booleana…
A esas alturas me sentía retado a demostrar mi temple:
―¿Puedo sugerir una Gramática de la Anomalía?
―¡Estupendo! ―exclamaron ambos, y se pusieron a escribir.
―Hay una pega ―dije.
―¿Cuál?
―Si anunciáis el proyecto, se presentará un montón de gente con publicaciones fidedignas.
―¿No te decía yo que era un joven agudo, Jacopo? ―dijo Diotallevi―. Pero ¿sabe que ése es precisamente nuestro problema? Sin quererlo hemos trazado el perfil ideal de un saber real. Hemos demostrado la necesidad de lo posible. Por tanto, será necesario callar. Pero ahora debo marcharme.
El péndulo de Foucalt, Umberto Eco.